La Vereda, Rumbo al Sur

TERESA NAVARRO

Alumna de 5º curso de Veterinaria de la Universidad de Zaragoza

Aunque no nos lo creíamos, finalmente teníamos sitio en el grupo para poder irnos a la vereda. Y vaya oportunidad. Una ocasión de poder convivir durante 24h al día con los pastores que conservan esta forma de vida que supone la trashumancia que, por qué no decirlo, en mi opinión supone un estilo de vida que impone un sacrificio que no todos estarían dispuestos a asumir. Tener dos hogares, el norte y el sur, aunque verdaderamente solo sientan uno solo como su casa; alejarse de sus familias durante algún tiempo, o que sus familias se muevan con ellos y tengan como ellos, un pie en cada región. Son condiciones de vida que ellos eligen, pero que hoy, en pleno siglo XXI con el Estado del Bienestar bien asentado, no muchos en su sano juicio elegirían. Por otro lado, también era una oportunidad de convivir durante 6 días seguidos con las que, a muchos de los que estamos a punto de salir del horno que es la facultad, nos gustaría que fueran nuestras futuras pacientes: las ovejas. De cualquier modo, esta oportunidad es como una biblioteca entera de campo para el que esté dispuesta a aprovecharla. De las ovejas hemos aprendido a observarlas mucho más de cerca, tanto a ellas como individuo, como al rebaño en su conjunto. De los pastores, nos hemos familiarizado con su forma de trabajar, su constancia, sus refranes para cada ocasión, las dificultades con las que se encuentran, sus mil historias, su experiencia y su conocimiento de las tradiciones.

A medida que avanzábamos por la vereda nos salían al encuentro personajes curiosos. Muchos eran gente que vivía en los pueblos adyacentes a la Cañada, personas del mundo rural que a su forma, participaban en la trashumancia, esperando cada año el paso de los rebaños por su región. Si entramos a valorar la trashumancia en el tiempo, muchos dicen que la crisis ha vuelto a dar vida a las cañadas, porque no deja de ser un camino con comida para el ganado. De cara al futuro, ya es otra historia. La ganadería va en descenso. Esta forma de vida (a la del pastor trashumante me refiero) es complicada. Puede ser que la sociedad esté apreciando tanto la labor medioambiental como el papel conservador de tradiciones que realizan los pastores, y de hecho, hay trashumantes que están convirtiendo su camino en una fuente de ingresos adicional, permitiendo a la gente que los acompañe por un módico precio, a modo de desconexión de la vida urbanita. Refiriéndonos ya al delicado tema del desarrollo rural, es cierto que este tipo de pastores viven y comparten su trabajo con dos poblaciones distintas, guardan relaciones con las gentes de los pueblos por los que pasan, y hacen a la cañada y sus pueblos visibles a los urbanitas que acuden para acompañarles cada año. Habría que preguntar a los paisanos de esos lugares si realmente notan alguna diferencia en cuanto a afluencia durante la temporada de vereda. No obstante, si de esto se hiciera la fiesta grande que es (sin cruzar la línea del “turisteo” exagerado), puede que fuera una bonita oportunidad para estos pueblos de darse a conocer. El peligro que a mi parecer puede tener esta situación, es que al llamar la atención de muchas personas, únicamente se vaya a “ver pasar a las ovejas”, mirando al pastor como la figura romántica que ha sido durante mucho tiempo, y perdiendo de vista que la vereda se recorre para poder alimentar al rebaño durante todo el año, y en resumidas cuentas, para poder mantener una rentabilidad económica en una ganadería. Los veterinarios (futuros veterinarios en mi caso) podemos aprender mucho de esta experiencia, y probablemente tenemos algo que ofrecer a estos ganaderos, empezando por aliviar las trabas administrativas que se les presentan, que no son pocas. En el ámbito sanitario, ya se está viendo que hay muchos aspectos del camino de estas ovejas que pueden desembocar en estudios interesantes, y cuanto menos, curiosos. La nutrición, las patologías, los parásitos..., todos estos campos tienen relevancia en los rebaños trashumantes y conocer cómo evoluciona el rebaño durante la vereda, puede ser importante para un veterinario de campo. Mi experiencia ha sido muy buena, sin duda para recomendarla a todo aquel con ganas de salir al campo y echar a andar detrás de un pastor, así de simple, caminar y escuchar. Además, las aventuras entre ovejas pueden ser muy divertidas, las comidas saben mucho mejor, y los paisajes se ven de otra manera. Gracias a los que nos han permitido vivir estos 6 días tan peculiares.