¡¡¡A ver quién aguanta más!!! editorial del nuevo número de la revista "Tierras-PR Caprino" nº 19

EDITORIAL

Este nuevo número de Tierras-Caprino/PR, que sale a la calle como preludio de la Feria CAPRAESPAÑA y del XLII Congreso de la SEOC -dos citas clave para el mes de septiembre-, recoge distintas informaciones que tienen como denominador común el clima de desánimo creciente que existe entre los productores, que llevan casi tres años cobrando unos precios por la leche que a duras penas les permiten cubrir costes, cuando no van engordando mes a mes sus números rojos y poniendo a prueba su capacidad de resistencia. Y lo peor es que nadie parece ver síntomas claros de que las cosas vayan a cambiar a mejor en el corto plazo. Solo se esperan leves reajustes de precios en los próximos meses, que dibujan un panorama inquietante de cara a 2018

Antonio Rodríguez, presidente de la Comisión de Caprino en la Interprofesional Láctea (Inlac) y representante del sector caprino en la COAG, asegura que la mayor parte de los ganaderos de caprino en España llevan más de dos años ‘en modo mantenimiento’, con los mismos censos y las mismas producciones, esperando tiempos mejores y funcionando bajo mínimos, lo que implica retrasar sin plazo importantes decisiones de mejora e inversión en maquinaria, en genética, en sanidad...

Parece que el conjunto del sector productor se ha enredado en una carrera de resistencia, a ver quién aguanta más, a ver quién cae y deja despejado el horizonte para los demás. Los ganaderos ‘se miran unos a otros’, deseando que sea el vecino quien tenga que darse por vencido, y las cooperativas se muestran incapaces de definir una estrategia común que les permita organizar y controlar la producción e influir algo más en los mercados.

Y bastaría con que todos los ganaderos se pusieran de acuerdo en reducir el 5% su nivel de producción para que todo cambiase radicalmente, de un mes para otro, asegura Fernando Almanza, gerente del grupo de productores Aprolaw, en otra de las informaciones incluidas en este número. Pero faltan herramientas de coordinación.

Mientras tanto, las industrias -reflexiona Antonio Rodríguez-, se aprovechan de ese escenario en una actitud desleal y poco inteligente, apurando la situación de precios bajos hasta el límite y haciendo todo lo posible para evitar que los productores se organicen y ajusten sus explotaciones. Las grandes empresas, que manejan casi el 80% del mercado, se niegan siquiera a participar en las reuniones de la interprofesional. Sin querer darse cuenta de que sentar unas bases más claras y estables en el mercado, que alivie ahora el problema de los ganaderos, serviría para evitar que después, una vez que la producción empiece a reducirse de forma descontrolada y la leche escasee, que acabará pasando, la otra parte se tome ‘la venganza’ y obligue a subir los precios a niveles como los que había en los años 2013 o 2014.

Los contratos interprofesionales deberían haber sido una pieza fundamental para abrir la interlocución entre ambas partes y resolver esa situación, pero al final están siendo sólo un paripé que se cumple porque lo exige la Administración para tramitar determinados expedientes, sin que sirvan realmente para defender al ganadero y para organizar mejor el mercado. No hay una negociación real ni de los precios ni de las condiciones de producción, deciden solo las industrias. Un 70% de los ganaderos utilizan contratos, pero se limitan a firmarlos tal y como se los presentan, sin margen de maniobra alguno.

Sin embargo, sería bueno que las cosas funcionasen de manera diferente, que se establezcan unas condiciones más estables para las relaciones entre ambas partes, en las que se tengan en cuenta las condiciones del mercado y los costes de producción para asegurar que todos puedan seguir adelante con una rentabilidad suficiente y con capacidad para seguir mejorando sus condiciones de trabajo, sean las empresas o los ganaderos. Y las administraciones, seguramente, deberían asumir un papel más directo, que vaya más allá de recrear en los boletines oficiales normas bienintencionadas que después no se cumplen.

Francia, donde se negocia de verdad, puede ser un buen ejemplo: la leche se está pagando en el campo un 25% más cara que aquí. Y en muchos casos, son las mismas empresas las que operan a ambos lados de los Pirineos, trasladando la leche y sus derivados de un mercado a otro con entera libertad.

EQUIPO TIERRAS