La estacionalidad en la producción de leche ovina apenas ha variado en los años de crisis pese al aumento del tamaño de las granjas

La ruptura de la estacionalidad en el sector ovino lechero en España es una alternativa que se promueve desde las asociaciones de ganaderos, desde las diferentes administraciones públicas y, supuestamente, también desde la industria láctea en un intento de racionalizar el funcionamiento del sector y de mejorar la rentabilidad de los ganaderos.

Las diferencias de producciones entre los meses de primavera y los de finales del otoño, concretamente entre el mes de mayo y el de noviembre, que marcan el máximo y el mínimo anual de producción respectivamente, alcanzan prácticamente el 70% de variación, triplicando casi las entregas totales de leche en mayo a las que se producen en noviembre.

Esas variaciones tan importante son, teóricamente, una fuente de ineficiencias tanto en las granjas como en las industrias, y por extensión en el conjunto de las empresas de suministros y servicios que trabajan alrededor del sector. Las explotaciones, las fábricas y muchos servicios tienen que dimensionarse para dar respuesta a las necesidades del mes de mayo, quedando después claramente infrautilizados durante más de ocho meses en el año, obligando a almacenar y financiar estocajes. Por lo que el interés por desestacionalizar parece indudable.

Algunos expertos del sector y de las propias administraciones han señalado que las mayores dificultades para romper esa estacionalidad provenían de la existencia de un censo de granjas de tamaño pequeño y con modelos de producción más extensificados, en las que era difícil organizar el manejo de los rebaños, sobre todo la gestión reproductivas, que es la base para planificar las lactaciones de manera más ordenada.

En los últimos años, sin embargo, aunque algunos de esos condicionantes han variado de forma sustancial como consecuencia de la reestructuración del sector que está impulsando la crisis de precios en el mercado, esa estacionalidad ha permanecido casi invariable, como puede observarse en el gráfico adjunto, que resume los volúmenes de entregas mes a mes desde 2014 hasta 2018.

Han sido cinco años de aumento constante de los niveles de producción y de reducción también permanente del número de granjas en activo, lo que indica que no ha dejado de incrementarse el tamaño medio de los rebaños y de crecer el número de granjas con sistemas intensivos de producción respecto al total del censo. Han cerrado casi 500 granjas y la producción anual se ha incrementado en más de 100 millones de litros, pero la estacionalidad sigue siendo prácticamente la misma.