El sistema de producción de la trashumancia como ganadería extensiva “es sustentable, tiene una repercusión positiva sobre los ecosistemas en los que actúa y en las poblaciones rurales de la provincia” y ofrece soluciones a problemas actuales tales como la prevención de incendios, conservación del patrimonio y fijación de población. Es una de las conclusiones del trabajo ‘La trashumancia en León: puertos hacia la sustentabilidad’, elaborado por Elena Velado Alonso, según publica Diario de León.
Esta actividad ha sufrido una importante recesión en los últimos tiempos. Las cifras son elocuentes. En 1990 había aún 37.200 ovejas trashumantes en la provincia leonesa. En 2015 fueron 3.959 cabezas. Las cañadas ya hace medio siglo que dejaron de usarse. El ferrocarril fue su medio de transporte desde principios del siglo XX, y los camiones, que acercan a los rebaños hasta los mismos puertos, se han impuesto como alternativa en las últimas décadas.
Los rebaños trasterminantes —trashumantes entre las riberas y páramos leoneses y los puertos de montaña— también han menguado en estos últimos 25 años: de de 86.324 ovejas en 1990 a 35.662 en la actualidad.
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