El sector ovino ha demostrado su valor y nobleza a lo largo de la historia, pero parece que cayó en desgracia. De aquel stock de 26 millones de cabezas, que había al inicio de la década de 1990, ahora quedan menos de 7 millones, con caídas consecutivas en los últimos cuatro años, según publica El Observador.
Sin embargo, la oveja vale. El precio de la lana, en todas las finuras, tuvo un repunte el último año con la ayuda de un fortalecimiento inicial del dólar y una demanda creciente por la fibra, que apenas representa el 4% del comercio mundial de fibras.
La carne también. La tonelada llegó en los mercados a superar los 5.000 dólares estadounidenses en el pico del ‘boom’ de las materias primas en 2011, pero aún ahora se cotiza unos 600 dólares por tonelada por encima de la carne vacuna, que también está bien.
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