La conversación más generalizada el día de los entierros de las tres víctimas del vil asesinato del día 14 en Teruel, es que tras el robo con varios disparos a matar del día, se deberían haber reforzado la vigilancia, búsqueda y captura del asesino, ya que según todos indicios, seguía en la zona.
Si es cierto como ha dicho alguien, que las autoridades advirtieron que no se saliese a cazar o a coger olivas, ¿los pastores y ganaderos, qué? Y tras nuevas entradas a masías como la de la misma mañana del asesinato a la de los propios Iranzo, ¿por qué no se enviaron antes grupos especiales de la guardia civil?
Tres horas después del asesinato múltiple corría por internet que el autor era un ex militar del este, al menos yo lo recibí por Whats App, y sin haber testigos visuales del triple crimen, ¿cómo puede decir el ministro que no sabían de la alta peligrosidad del autor?
Han muerto tres inocentes y podían haber sido muchos más si no se tiene la suerte del accidente del asesino, sádico y profesional, que iba con las armas y municiones de sus víctimas además de las propias.
Han muerto tres inocentes, el defensor del ovino y del medio rural José Luís Iranzo y dos vigilantes del medio rural, uno de ellos ganadero de ovino también porque ayudaba a su padre, el socio de Oviaragón en Calanda, Víctor Romero. Ambos compañeros y amigos.
El tiempo descubrirá las actuaciones, errores o negligencias, pero nadie rescatara las vidas segadas, ni el dolor de sus familiares y amigos.
Francisco Marcén
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