Plantas como el tomillo o el clavo en la dieta del ganado ovino contribuyen a mejorar el contenido en grasas de la leche sin variar el aroma final del producto. Es la principal conclusión del proyecto que Isabel Revilla, profesora de la Universidad de Salamanca, ofreció en el estreno de las Jornadas de Otoño de la Fundación Científica Caja Rural de Zamora. Se trata de las observaciones preliminares del proyecto de la Escuela Politécnica de Zamora financiado por la entidad, cuyos datos pudieron conocer los zamoranos que se congregaron en el paraninfo del Colegio Universitario, según publica La Opinión de Zamora.
Para estudiar la adicción de aceites esenciales de estas plantas, la doctora Revilla contó con la colaboración de Alonso Santos, ganadero de Fariza. En su granja, se disgregaron en dos grupos ejemplares ovinos que tomaron durante veinte días los productos naturales seleccionados. El análisis ha permitido saber que “el tomillo mejora la grasa y el contenido de proteínas, disminuye las grasas saturadas y mejora el perfil lipídico”. Interesaba saber también si el tomillo producía algún tipo de efecto en el aroma final de la leche. A expensas de someter los resultados a catas de expertos, Isabel Revilla avanzó que no existe una modificación sustancial del olor de la leche.
El análisis de los efectos del clavo en el producto lácteo arroja resultados similares, aunque de una manera más contenida. Según la autora del proyecto premiado por la Fundación, el aporte del principio activo del clavo también mejora el perfil de las grasas y “crecen los aromas frescos y de cítricos”.
Por otro lado, la doctora Isabel Revilla aclaró que los efectos de las plantas seleccionadas en las ovejas “solo se produce de una manera más intensa al principio”. Es decir, que los análisis demuestran un efecto más pronunciado en los primeros días de consumo y una caída a partir de un determinado momento.
La investigadora seleccionó estas plantas por sus principios activos, aunque valoró también poder incluir otras especies como el orégano. En todo caso, “lo ideal es poder utilizar en la dieta directamente las plantas, no solo los aceites esenciales”, explica. El tomillo es una planta particularmente abundante en el campo zamorano, mientras que los aceites “encarecen el coste” para los ganaderos.
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