La desaparición de cualquiera de las razas autóctonas españolas pone en jaque la biodiversidad y la soberanía alimentaria, al tratarse de especies adaptadas a los ecosistemas ibéricos. Por ello, en la Comunidad de Madrid se trabaja desde hace décadas con el fin de preservar estas tres razas autóctonas a través del Instituto Madrileño de Investigación y. Desarrollo Rural Agrario y Alimentario (IMIDRA), dependiente de la Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid, según publica FEAGAS.
Pero su situación no es la más óptima. En la actualidad hay algo más de 5.500 ejemplares de la oveja Colmenareña en la Comunidad de Madrid y poco más de mil de Rubia de El Molar. Hace diez años la situación era si cabe más delicada. Entonces, de Colmenareña había 2.530 ejemplares y de Rubia, 923, según los datos facilitados por la Consejería de Medio Ambiente. Para la mejora en el número de la raza sigue resultando vital que aumente la demanda de estas ovejas por parte de los ganaderos y de sus productos por parte de los consumidores.
En cambio, con la cabra del Guadarrama, cuyo censo es mayor que en el caso de las otras razas ganaderas, la situación no ha mejorado. Hace diez años había 7.204 ejemplares inscritos en libros genealógicos, según la citada Consejería. Sin embargo, hoy hay unos 6.000 ejemplares en la Comunidad de Madrid.
Además, su preservación permite dar una mayor importancia a la producción cárnica y láctea de la región. De ahí que en la finca de La Chimenea, en Aranjuez, el personal del IMIDRA se encargue de seleccionar las razas, valorando niveles de producción y calidad láctea y analizando que no tengan ningún defecto morfológico. Todo ello para después elegir las reproductoras y los sementales más óptimos con el fin de ofrecer a los ganaderos madrileños aquellos ejemplares que puedan hacer más rentable sus respectivas explotaciones.
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