En España han ardido este año más de 400.000 hectáreas, según el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales (EFFIS). 2025 es el año más devastador en cuanto a superficie quemada, superando las 306.555 ha de 2022.
Durante el mes de agosto se han realizado todo tipo de lecturas, predominantemente las políticas o jurídicas por parte de esa suerte de expert@s que abundan en los medios generalistas y que de todo parecen saber. Yo prefiero alejarme de esa permanente e interesada disputa para analizar el problema desde el ámbito tecnológico.
Porque si es cierto, como tanto se ha repetido durante estas semanas, que “los incendios se ‘apagan’ en invierno” (entrecomillo el verbo porque no lo encuentro el más acertado para la ocasión), ¿por qué no somos capaces de hacerlo? Evidentemente, criminales pirómanos y condicionantes meteorológicos no van a dejar de existir, pero ya avanzado el siglo XXI contamos con innovadoras herramientas cuyo uso se hace imprescindible en labores de prevención.
En los grandes incendios de este verano hemos visto cómo fueron los propios agricultores y ganaderos, primeros y principales afectados por el desastre, quienes volvieron a poner a disposición de la sociedad (como ya hicieran en situaciones de emergencia anteriores) sus equipos mecánicos de trabajo diario. Se jugaron el pellejo con tractores e implementos que no están concebidos para abordar este tipo de situaciones límite. Y esto quiero subrayarlo, porque han sido pocos los que se han detenido en este aspecto cuando a mi juicio hay que ponerlo también sobre la mesa de análisis.
Para tratar de paliar estos dramáticos escenarios se debe invertir durante todo el año, tanto en medios humanos como materiales. Se nos llena la boca de sostenibilidad medioambiental, las sociedades del primer mundo demandamos un mundo cada vez más ‘verde’ y, sin embargo, somos incapaces, no solo en España sino también en otros países, de atajar el desastre.
El progreso tecnológico ofrece un amplio abanico de herramientas específicas para labores de prevención, que deberían comenzar a proliferar en nuestros pueblos. A las históricamente utilizadas, como desbrozadoras, trituradoras, motosierras, etc., se unen también equipos de nueva generación, como robots o drones especializados, capaces de trabajar de forma casi ininterrumpida e incluso alcanzar zonas de muy difícil o imposible acceso hasta ahora.
Los Equipos de Prevención Integral de Incendios Forestales (EPRIF) combinan maquinaria con técnicas como quemas controladas, desbroces y selvicultura preventiva, ayudando a crear lo que se conoce como 'discontinuidades vegetales'. En esta línea, la modelización meteorológica y los algoritmos predictivos son base para anticipar condiciones de riesgo extremo. Ignorar estas herramientas es retroceder en eficacia y seguridad. La prevención moderna exige una sinergia entre conocimiento técnico, tecnología aplicada al territorio... y disposición humana.
Oviespaña, noticias diarias sobre el mercado nacional e internacional del ovino, investigación ganadera, alimentación y sistemas de manejo.