La recría de las corderas es una etapa fundamental en una explotación de ovino, ya que se asegura la producción del futuro. Un adecuado protocolo sanitario y un correcto manejo del calostro y un plan sanitario adecuado son fundamentales para evitar problemas como el Complejo Respiratorio Ovino, que puede provocar grandes pérdidas en las explotaciones ganaderas.
Diferentes estudios realizados en España han demostrado que el CRO es la patología que más bajas y pérdidas causa en los animales jóvenes, es decir, menores de tres meses de edad. Por ello, la prevención del CRO en la recría de corderas debe ser un objetivo prioritario de las granjas de ovino, puesto que su impacto económico puede ser muy importante, tanto por las pérdidas directas (muertes y pérdida de animales de alto valor genético), como indirectas (gastos en tratamientos y retraso en el crecimiento). La prevención del CRO en la recría debe comenzar con la vacunación frente a Pasterelas de las madres en preparto, siguiendo con un adecuado encalostrado de las corderas de reposición hasta que se comience con el plan vacunal de las mismas antes del destete. A la vez que se trabaja sobre la inmunidad de los animales (madres y crías), no debemos olvidar mantener controlados los factores predisponentes (mala ventilación, coccidiosis, hacinamiento…), que favorecerán la aparición de la patología respiratoria en las futuras corderas de reposición.
En este apartado debemos diferenciar los dos tipos de encalostrado que podemos encontrar en las granjas: encalostrado materno o encalostrado manual con sonda o biberón con pool de calostro ordeñado de las madres paridas. En las explotaciones de ovino de leche intensivo con lactancia artificial, en los últimos años se ha pasado del encalostrado de las crías directamente con la madre, al encalostrado manual con pool de calostro, facilitando el aprendizaje de la lactancia artificial. Por otro lado, en las granjas de ovino con encalostrado materno apenas ha habido una evolución significativa en el manejo del calostro, salvo las mejoras que cada granja haya llevado a cabo (boxes de parto, banco de calostro congelado…) para aumentar la supervivencia de los corderos recién nacidos.
El protocolo sobresaliente es el que consiga más de un 80% de corderos bien encalostrados (midiendo el suero de una muestra representativa de corderos de la paridera con un refractómetro). Si no conseguimos alcanzar este objetivo, es cuando debemos chequear las 4C's del calostro, revisando el protocolo de cada granja: Calidad, Cantidad, Cuándo (rapidez) y Contaminación bacteriana. No debemos olvidar una quinta C del calostro que es el de la Constancia, puesto que en parideras de un gran número de animales el factor humano y su cansancio hace que la constancia en el encalostrado no sea la ideal.
A corto plazo un correcto encalostrado nos debe reducir la aparición de las temidas patologías de los recién nacidos (principalmente diarreas y neumonías). Un estudio reciente francés ha demostrado que el factor más determinante en la mortalidad de corderos hasta el día 40 de vida es el encalostrado. Por ello, un buen encalostrado es fundamental si queremos reducir la mortalidad neonatal. A largo plazo, mejora la longevidad y la productividad de las futuras madres del rebaño. Así, invertir en manejo haciendo un buen encalostrado de las crías es muy rentable.
La recría de corderas necesita un completo plan de trabajo que podemos dividir en diferentes etapas. Debemos empezar siempre con las madres en preparto (plan sanitario y alimentación), para conseguir un calostro de calidad y un adecuado peso al nacimiento de las crías. El destete es una fase crucial en la vida de las corderas, donde si no hacemos las cosas bien se nos puede disparar la mortalidad por el CRO, coccidiosis u otras patologías asociadas al estrés del destete. A partir del destete, uno de los puntos clave a desarrollar en la recría será iniciar su protección mediante el plan sanitario que decidamos aplicar en las corderas, que nos permitirá protegerlas de las enfermedades más importantes (clostridiosis, pasterelosis, paratuberculosis y patologías abortivas), siendo un ‘seguro a todo riesgo’ para la recría. Una alimentación de las corderas que les permita obtener un crecimiento adecuado en cada fase es fundamental para que lleguen a la pubertad con el desarrollo idóneo que favorezca una buena fertilidad en su primera cubrición, de manera que podamos tener una edad al primer parto en torno a los 13-14 meses, minimizando los periodos improductivos.También hay que tener en cuenta que después de la cubrición, las corderas aún no han llegado a su peso adulto y además de estar gestando, siguen creciendo, por lo que una adecuada alimentación es muy importante para obtener los mejores resultados. Por último, no debemos olvidar que la recría es el futuro de la granja, y que todos los esfuerzos y recursos dedicados a tener unas corderas sanas y protegidas frente a las principales enfermedades, tendrán una repercusión positiva sobre la rentabilidad de la explotación.
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