Entrevista a Lorena Redrado Gómez, veterinaria de Exopol

Lorena Redrado.

Los principales síntomas que pueden activar la sospecha de ectima contagioso son la aparición de pápulas nodulares multifocales, coalescentes, de base amplia y sin pelo en las uniones mucocutáneas: labio-cavidad oral y fosas nasales. Cabe destacar que dichos hallazgos son más comunes y graves en animales jóvenes menores de dos meses de edad. En las reproductoras, también se pueden observar este tipo de lesiones en pezones.

En aquellos animales con lesiones orales que les impidan alimentarse correctamente se produce disminución del crecimiento y pérdida de peso. Situación que incluso puede llegar a producir la muerte de los más jóvenes y, consecuentemente, aumentar el índice de mortalidad de la explotación. Además, si las reproductoras presentan lesiones en la ubre, se verán afectados los niveles de producción de leche y la posibilidad de mamar de las crías, dificultando su crecimiento. Adicionalmente, también se producirán pérdidas económicas como resultado de los costes de tratamiento frente a infecciones secundarias que se desarrollen.

En los últimos años, las lesiones observadas han sido más severas llegando a inducir una mayor mortalidad. Actualmente, el ectima contagioso se considera endémico en la península Ibérica, hecho que se ha visto favorecido por el carácter resistente del virus en el ambiente, siendo este detectado en costras secas incluso después de varios meses o años.

Dado que las lesiones, en ocasiones, pueden confundirse con las propias de otras enfermedades infecciosas como la fiebre aftosa y la viruela, la herramienta laboratorial de PCR nos permite confirmar de forma rápida, objetiva y precisa si se trata de ectima contagioso. Asimismo, hay otras técnicas moleculares que actualmente se utilizan en los laboratorios más punteros, como la secuenciación, que permiten estudiar la diversidad genética del virus y, por tanto, la variabilidad genética de cepas en un territorio o región.

El protocolo de envío de muestras al laboratorio comienza a la hora de seleccionar que animales se deben muestrear, siendo preferente elegir aquellos que se encuentren en una fase inicial de la enfermedad y no presenten complicaciones por infecciones secundarias. Una vez seleccionados los animales, con ayuda de un bisturí se realizará un raspado de las zonas afectadas y se incluirá el mismo en un bote estéril. Por último, la muestra se enviará inmediatamente al laboratorio en refrigeración.

Para evitar la entrada de la enfermedad en una explotación, es fundamental implementar un plan de bioseguridad riguroso, que contemple diversas medidas. En primer lugar, la incorporación de nuevos animales debe someterse a un control. Para ello, se debe establecer un periodo de cuarentena y llevar a cabo monitorizaciones continuas que avalen el estado sanitario. En una situación ideal, aunque complicada en la realidad, los animales se deberían adquirir únicamente de explotaciones libres de ectima contagioso. En segundo lugar, resulta fundamental mantener un control de acceso y circulación de personal, garantizando que toda persona o vehículo que entre a la explotación lleve a cabo un sistema de desinfección adecuado. Por último, se deben reforzar las medidas de limpieza y desinfección, hecho que cobra especial relevancia dada la alta resistencia del virus en lesiones costrosas que pueden permanecer en el ambiente.

Al tratarse de una enfermedad viral no hay medicamentos específicos para combatir el virus, aunque si hay productos que pueden reducir la gravedad de las lesiones como son ciertos desinfectantes a base de clorhexidina, povidona yodado o sulfato de cobre. Además, el uso de antibióticos tópicos o parenterales pueden ser útiles para hacer frente a las infecciones bacterianas resultantes.

El principal reto que tiene el sector ovino en la actualidad frente a esta enfermedad es disponer de medidas eficaces de control como pueden ser las vacunas. Hoy en día, no hay vacunas comerciales disponibles en España y las alternativas consisten en importar una vacuna de otro país previa autorización o elaborar autovacunas, siendo esta última la alternativa más innovadora. Cabe destacar que en nuestro país y desde la publicación del RD 666/2023 está contemplada la posibilidad de producir autovacunas víricas.