Entrevista a Jaime Alcañiz, responsable de Grandes Cuentas de Rumiantes en Iberia de Jefo

Jaime Alcañiz.

La alimentación del ovino ha experimentado una evolución constante, impulsada principalmente por el acceso a una mayor cantidad y calidad de información. Hoy en día, los análisis de forrajes son mucho más detallados, lo que nos permite incorporar más parámetros en los programas de formulación de raciones. Además, contamos con datos individuales de los animales, lo que facilita una gestión más precisa y basada en evidencias. Más que grandes transformaciones, lo que observamos es una mejora continua en las explotaciones, donde los profesionales aplican cada vez más las innovaciones tecnológicas disponibles. Otro concepto que se está trabajando es la nutrición de precisión en ovino, una tendencia que permite ajustar el aporte de nutrientes de forma más específica según el estado fisiológico o productivo de los animales, lo que representa un paso adelante en eficiencia y sostenibilidad.

Más allá de los desafíos estrictamente nutricionales, el principal reto es la sostenibilidad de la cabaña ganadera y la viabilidad de la producción lechera en nuestro país. La caída en la producción y en las entregas de leche es preocupante, y el sector debe trabajar unido para revertir esta tendencia. Desde el punto de vista nutricional, el gran desafío es mejorar la eficiencia de las explotaciones. Una mayor eficiencia económica no solo aporta competitividad, sino que también contribuye a la sostenibilidad ambiental de las granjas.

Me centraré en los dos componentes principales de la ración: la fibra neutro detergente (FND) y el almidón. La FND, aportada principalmente por los forrajes, presenta una digestibilidad baja y muy variable. Mejorar su digestibilidad permite un mejor aprovechamiento de la dieta y, por tanto, mejores resultados productivos. En la ponencia abordaré la importancia de la digestión de la fibra por parte de la flora microbiana y cómo optimizar la producción de proteína microbiana. Existe un margen de mejora significativo en la digestibilidad de los componentes clave de la ración, y es fundamental conocer las herramientas disponibles para seguir avanzando.

Uno de los principales problemas es la variabilidad en la calidad de los forrajes. Aunque se realizan análisis y muestreos en las granjas, es común encontrar diferencias al iniciar un nuevo silo o recibir un nuevo lote de forraje. A pesar de los esfuerzos por abastecerse de forrajes de calidad, no siempre se logra la calidad y uniformidad deseada. Además, algunos cereales como el maíz pueden presentar variaciones importantes según la variedad y el origen. Por ejemplo, los maíces más vítreos, con mayor contenido de prolaminas, pueden limitar la fermentabilidad y la digestibilidad del almidón.

Una de las innovaciones más destacadas es el uso de extractos de fermentación con actividad enzimática. Estos productos permiten mejorar la digestibilidad cuando no es posible modificar las características del forraje. Además de actuar sobre la fibra, existen extractos que favorecen la digestión de proteínas y carbohidratos, aumentando así la fermentabilidad de la dieta y optimizando su aprovechamiento. Otra innovación es la protección de ingredientes activos para minimizar las pérdidas y aumentar la biodisponibilidad de nutrientes. Con esta tecnología podemos proteger algunos nutrientes de las interacciones en rumen y aumentar la liberación intestinal, haciendo un uso más eficiente

El futuro de la alimentación en ovino estará marcado por una mayor tecnificación y personalización. La incorporación de herramientas digitales, como sensores y sistemas de gestión de datos, permitirá ajustar las raciones de forma más precisa según las necesidades del rebaño, mejorando tanto la eficiencia como el bienestar animal. También veremos un mayor uso de inteligencia artificial para anticipar problemas nutricionales o sanitarios, y para optimizar la toma de decisiones en tiempo real. Todo ello contribuirá a una producción más sostenible, rentable y adaptada a los nuevos retos del sector. Además, una nutrición bien formulada no solo mejora la productividad, sino que también tiene un impacto directo en el bienestar animal, reduciendo problemas digestivos y mejorando la longevidad productiva. En definitiva, el futuro será más eficiente, más sostenible y centrado en el animal.