Ana Hurtado, investigadora del departamento de Sanidad Animal de Neiker, detalla en una entrevista publicada por esta entidad las medidas que permiten reducir la presencia de patógenos en origen y proteger la salud del consumidor. “La granja es el primer eslabón de toda la cadena alimentaria. Es donde se producen las materias primas que luego se transformarán en alimentos, y eso la convierte en una fase crítica”, apunta.
“Muchos animales pueden actuar como reservorios o vectores de transmisión de enfermedades. De hecho, se estima que aproximadamente el 75% de las enfermedades infecciosas que afectan a los humanos tienen origen zoonótico, es decir, se transmiten entre animales y personas, y muchas de ellas lo hacen a través de los alimentos. Lo relevante es que estos patógenos muchas veces están presentes en los animales sin causarles síntomas”, continúa.
La investigadora señala que la principal estrategia es reducir la incidencia de zoonosis alimentarias en los animales. Y eso se logra mediante tres líneas de actuación: prevención, detección precoz y tratamiento adecuado. “La prevención es el eje más importante, y se puede abordar por dos vías principales. Por un lado, mediante medidas de bioseguridad e higiene que limiten la entrada y propagación de infecciones en la granja. Por otro, a través de programas de vacunación que potencien el sistema inmune de los animales”, explica.
La detección precoz, por su parte, permite identificar infecciones incluso antes de que aparezcan síntomas visibles, y, si se confirma la presencia de un agente patógeno, es fundamental aplicar el tratamiento más adecuado. “En el caso de necesitar antibióticos, deben elegirse siguiendo las guías de uso prudente, para evitar generar resistencias”, puntualiza.
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