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ACTAS FORO OVINO 2025 – Webinar

Estrés térmico en ovino: efecto negativo del frío y el calor en la producción de leche

Sebastián Martín

Doctor en Veterinaria y asesor consultor en OVIverso

17/10/2025
Las condiciones de alojamiento en producción animal son muy importantes para el bienestar ambiental de los animales, lo que va a influir tanto en su salud como en la rentabilidad de la ganadería. De forma general, podemos decir que las ovejas de ordeño alojadas en las condiciones actuales sufren durante un tercio del año estrés térmico por frío y, otro tercio, por calor. En esta situación, por calor se pierde casi un 15% y por frío un poco más del 10% de la producción láctea posible.
Referencia para las diferentes edades en ovino
Referencia para las diferentes edades en ovino.

Ventilación y climatización son conceptos diferentes, aunque muy complementarios, y ambos necesarios para garantizar el mejor bienestar ambiental de los animales. La ventilación se refiere a la circulación de aire, es decir, la renovación continua necesaria del aire viciado que se genera por la propia actividad de los animales y la fermentación de sus deyecciones (gases nocivos, partículas de polvo, gérmenes, vapor de agua, …). Se debe renovar de forma continua para mejorar la salubridad de la nave y la salud de los animales. Por su parte, el control de la climatización permite tener a los animales en unas condiciones ambientales de termoneutralidad, es decir, con una temperatura y una humedad ambiental ideales que incremente su bienestar.

El objetivo es, sin duda, que los animales puedan expresar todo su potencial genético y productivo, puesto que en el sector ovino hemos avanzado mucho en alimentación, en sanidad, en reproducción, en manejo, en genética… y todo ese potencial puede verse limitado por las condiciones ambientales que actualmente se mantienen en muchas instalaciones.

Por su parte, el estrés térmico es la reacción del animal cuando se altera su termorregulación. En el caso del ovino, son animales homeotermos y necesitan por tanto mantener una temperatura corporal más o menos constante. Si no son capaces de superar ese estrés térmico, se producen disturbios orgánicos, anormalidades en sus funciones biológicas, en definitiva, deficiencias en su producción y padecimiento de patologías que influyen en la rentabilidad de la ganadería.

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Como consecuencia del estrés térmico:

  • Un exceso de calor produce una reducción de la ingesta para no seguir produciendo más calor por parte del animal, lo que conlleva una bajada de la producción de leche, deficiencias en la fertilidad y en el desarrollo de una correcta gestación; si esas fases de calor extremo ocurren en el último tercio de gestación nacerán corderitos más pequeños, más débiles, incrementándose la mortalidad neonatal. Otro de los efectos de este estrés térmico por calor es la reducción de la ganancia media diaria en el caso de los corderos de cebo, también provocada por la reducción de la ingesta, incluso con un empeoramiento en la calidad de la canal. Finalmente, las altas temperaturas unido a una deficiente ventilación contribuyen al desencadenamiento de procesos patológicos a nivel del aparato respiratorio: neumonías.
  • Por frío, se provoca una reducción de la eficiencia productiva dado que parte de los nutrientes ingeridos son destinados a la producción de calor para mantener su temperatura corporal lo que, junto a la limitación de la movilidad, provocan un peor crecimiento (en lechazos y corderas de reposición), engorde (en corderos de cebo) y una bajada de la producción láctea (en las ovejas de leche).

En definitiva, en ambos casos ya sea por frío o por calor, de cara a gestionar una ganadería, todo ello provoca pérdidas de rentabilidad.

El estrés térmico está muy bien estudiado en vacuno, mientras que en ovino se van haciendo estudios para dar a conocer exactamente cómo gestionar mejor ese bienestar ambiental en esta especie. De los grupos que trabajan en España, se tiene claro que para calcular y valorar el grado de estrés térmico o confort ambiental de los animales, debemos usar el THI, índice así denominado por sus siglas en inglés (Temperature-Humidity Index). Se usa la misma ecuación que en el ganado bovino y vamos trabajando para obtener una tabla general de THI en el ganado ovino fijando los rangos que nos indiquen la diferente intensidad de estrés para esta especie en dependencia de los síntomas vistos en cada rango. Además, lo ideal es valorar el efecto del grado de estrés térmico para cada una de las actividades productivas del ovino como la producción de leche, fertilidad, mortalidad periparto, engorde de corderos, etc.

En este sentido, durante 2.024 hemos realizado un estudio con los ordeños individuales de ovejas cruzándolos con más de 100.000 datos de temperatura y humedad relativa, tanto del interior como del exterior de las naves. Se midieron las producciones lácteas de las primeras 6 semanas (hasta alcanzar el pico de la curva de lactación) y de las 14 primeras semanas (100 primeros días de lactación para ver la evolución de la misma). Estas mediciones se hicieron en las parideras de enero, abril, julio y septiembre.

Las conclusiones de este estudio centrándonos en la época estival fueron:

  • Desafortunadamente, en la mayoría de las condiciones actuales de nuestras naves, sus condiciones climáticas interiores están totalmente a expensas de sus condiciones atmosféricas exteriores. Por lo tanto, si dependemos del exterior, difícilmente podremos controlar el bienestar ambiental de los animales que albergamos dentro.
  • Por ello, la lactación derivada de los partos de abril fue la más productiva correspondiéndose con los datos de THI promedio a nivel de bienestar ambiental en las naves (61 en las 6 primeras semanas y 65 en los 100 primeros días).
  • Tomando como base los datos de la paridera/lactación de abril, se observó una reducción estadísticamente muy significativa (p<0,01) de un 14% en la producción de leche en los 100 primeros días en la paridera/lactación de julio, con un incremento sustancial y también -estadísticamente significativo del THI promedio (71 en los 100 primeros días; p<0,05). Estas pérdidas fueron todavía mayores en la producción láctea de las seis primeras semanas (menos 21% con un THI promedio de 72, p<0,01).
  • En el inicio de la paridera de septiembre los datos de THI promedio ya fueron más favorables: 68 en las 6 primeras semanas siendo aun así superiores estadísticamente a los datos de abril (p<0,05). Sin embargo, se observó una reducción muy significativa del 10% (p<0,01) de la producción, lo que nos indica claramente los efectos negativos de un THI elevado sufrido en el preparto (julio y agosto). En el análisis de esta lactación a más largo plazo, los 100 primeros días, la reducción de la producción de leche se va recuperando a medida que las temperaturas bajan (octubre y noviembre), así la caída en este periodo fue de 3,7% respecto a abril, que aunque no parece demasiado, resultó significativa estadísticamente (p<0,05).
  • Con todo ese conglomerado de datos, para poder perfilar el rango de THI óptimo para la producción de leche en ovino, establecimos una relación entre la bajada en porcentaje de leche que ocurría por cada punto de THI por encima o por debajo del rango termoneutral considerado hasta el momento (51-69). Así, comprobamos que el rango de bienestar ambiental en el que no se perjudica la producción de leche estuvo entre 57 y 67. A partir de 68 se producen pérdidas por estrés por calor, en una cuantía de 2,4% por cada punto de THI por encima. Por su parte, si el THI se encuentra entre 51 y 56, las ovejas ya están en estrés térmico por frío viéndose reducida su producción de leche en un 2,2% por cada punto de bajada de THI.
  • Con este nuevo rango de bienestar ambiental (entre 57 y 67) podemos concluir que las ovejas en ordeño en las condiciones de Castilla y León, padecen estrés térmico por frío durante 4 meses al año, y por calor durante otro cuatrimestre. Es decir, que solo 4 meses al año se encuentran en situación de termoneutralidad donde pueden expresar todo su potencial genético y productivo.
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Posibles soluciones

En el caso del estrés térmico por frío, es muy necesario controlar el balance entre las pérdidas de calor (kilocalorías/hora) de la edificación derivadas de la situación climática del exterior y de sus propias condiciones constructivas, y las ganancias de calor que provienen de la actividad de los animales. El objetivo es ventilar correctamente manteniendo las mínimas pérdidas calóricas posibles.

Debemos analizar los materiales de construcción por separado prestando especial atención a la cubierta, los muros y las aperturas laterales, necesarias para que entre el aire de fuera para poder ventilar.

Por ejemplo, en un caso real de una nave cubierta de uralita, más del 70% de la pérdida calórica de esa edificación era por la cubierta, y la solución que se propuso fue panelar por debajo de las correas, manteniendo la uralita (de difícil gestión su reemplazamiento) generando una cámara de aire entre el panel y la uralita. Todo ello permitió reducir en un 80% las pérdidas calóricas de la cubierta inicial (solo uralita).

Otra parte importante por donde se pierde calor es por las aperturas laterales. La propuesta de solución pasaría por cerramientos programados de esos laterales, es decir, cortinas que hacen de ‘paredes móviles’, y que el ganadero pueda decidir cuánto cerrar o cuánto abrir esas cortinas. Esta equipación otorga protección frente a las bajas temperaturas en invierno, las lluvias y nieves, las bajas temperaturas nocturnas de gran parte del año, los vientos laterales cuando no son favorables y además protegen de la irradiación solar en verano, lo que contribuye también al control del estrés térmico por calor.

Para solventar el estrés térmico por calor es interesante el sistema de ventilación activa por impulsión de aire, al que se acopla la climatización natural evaporativa o ‘cooling’. Esta climatización se utiliza mucho en porcino, avicultura y cunicultura, y cada vez más se está introduciendo en rumiantes, y más concretamente en pequeños rumiantes acoplado a la impulsión de aire en naves de ovejas de ordeño, en cebaderos o en salas de lactancia artificial.

El sistema de ventilación activa por impulsión de aire permite captar por un ventilador aire limpio del exterior de la nave (seco y caliente en verano; frío y más húmedo en invierno). Este aire va a ser difundido de forma homogénea por toda la nave a través de la una manga textil perforada diseñada a medida. Además, sin generar corrientes sobre los animales, ni generar zonas muertas de ventilación, ni turbulencias dentro de la nave. En definitiva, proporciona la renovación de aire de forma continua, calculada y controlada que los animales necesitan en cada momento. Una sonda de temperatura dará la información a un panel de control que regula el funcionamiento del ventilador de forma totalmente automatizada, independientemente de las condiciones estructurales que tenga cada nave y las características climáticas de su exterior. En definitiva, permite no depender de lo que pase fuera para controlar el ambiente de dentro.

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Además, este sistema es de sobrepresión de tal forma que ese aire metido continuamente desde fuera e impulsado hacia los animales permite la sensación de efecto brisa muy agradable. Pero lo más importante es que fomenta la salida continua del aire viciado por las aperturas verticales (caballetes o chimeneas) eliminando también parte del exceso de temperatura que se genera en las naves en verano. El aire caliente y seco se refresca y se humidifica al atravesar el ‘cooling’. A partir de ese momento, el ventilador impulsa y la manga textil perforada difunde y distribuye ese aire ya refrescado, ya humidificado, a lo largo y ancho de toda la nave. Así, además de conseguir controlar la ventilación también incide en el control térmico de la edificación.

Hay ciertos factores que condicionan las temperaturas que se consiguen en el interior de las naves con este sistema:

  • Calidad del ‘cooling’ en cuanto a su espesor y coeficiente de saturación.
  • Diseño de caudales y renovaciones de aire de todo es sistema.
  • Carga animal alojada.
  • Condiciones de asilamiento de la nave.
  • Temperatura y humedad relativa del aire exterior.

En un estudio realizado en una nodriza, con una temperatura exterior de 37°C, este sistema es capaz de mantener a los animales por debajo de los 25°C, es decir, una bajada térmica de hasta 12 grados de temperatura lo que claramente conlleva una mejora del bienestar ambiental de los animales independientemente de las condiciones climáticas que haya en el exterior.

Conclusiones

  • Las condiciones climáticas actuales del interior de nuestras naves están a expensas de las condiciones atmosféricas del exterior, que cada vez serán peores en verano.
  • Las ovejas de ordeño alojadas sufren un tercio del año (cuatro meses) estrés térmico por frío y otro tercio por calor
  • Por calor se pierde casi un 15% y por frío un poco más del 10% de la producción láctea posible.
  • Con el análisis de estas pérdidas podríamos ajustar el rango de THI óptimo para la producción de leche en ovino entre 57-67, el estrés térmico por frío leve entre 51-56 y por calor leve entre 68-74.
  • Estos datos muestran la necesidad de implementar medidas de mejora frente al frío (aislamiento de cubiertas y control de aperturas laterales) y frente al calor (impulsión de aire con climatización natural evaporativa).
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