ACTAS FORO OVINO 2025 – Seminario HIPRA

Respuestas para el control de las clamidias

Jesús Salinas

Catedrático de Sanidad Animal en la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Murcia

05/12/2025

El aborto enzoótico ovino es causado por Chlamydia abortus, bacteria Gram-negativa con la característica de ser intracelular obligada, así que únicamente se multiplica dentro de las células. El aborto enzoótico ovino es la principal causa de abortos en pequeños rumiantes en los países europeos. Además, es una importante zoonosis, por lo que puede producir abortos en mujeres embarazadas y también puede causar neumonías en las personas que se infectan con ella.

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Esta bacteria causa una infección subclínica, que es latente en animales no gestantes. Una vez que el animal está gestante, a partir del tercer mes de gestación, la bacteria pasa a la placenta y produce lesiones con focos necróticos en los cotiledones, lo que provoca finalmente abortos o partos prematuros con un retraso importante en el crecimiento de los corderos y alta mortalidad perinatal.

Produce una inmunidad duradera en los animales que abortan, aunque el animal puede seguir excretando clamidias en posteriores fases, como los celos o en partos futuros. Aunque siempre se ha dicho que la inmunidad es por vida, realmente no se ha comprobado y se sospecha que esos animales pueden volver a infectarse en el futuro.

El ciclo de desarrollo del microorganismo comienza con la llegada de una forma infecciosa llamada cuerpo elemental, que es muy resistente en el ambiente, esta forma se une a la superficie de la célula y entra dentro de una vesícula. El siguiente paso es la transformación a un cuerpo reticular, que es una estructura más grande y no es infectiva, pero sí es metabólicamente activa, por lo que es capaz de multiplicarse por fisión binaria. En la siguiente fase, en unas 48 o 72 horas, se vuelve a condensar en cuerpos elementales, que pueden salir al exterior de la célula.

Por su parte, las células de la respuesta inmune producen gamma interferón, al igual que otros factores estresantes como alguno antibióticos, produce la aparición de unas formas aberrantes. Así, la célula se queda con la infección latente, pudiendo estar semanas o meses. Cuando no hay gamma interferón o no se trata con antibióticos, se reactiva la infección y se pasa de nuevo a una forma productiva de cuerpos elementales infecciosos.

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Epidemiología

La epidemiología del aborto enzoótico ovino está condicionada por las características del ciclo de la bacteria. Cuando una oveja no gestante se infecta, que puede estar en una zona con clamidias en el ambiente, la bacteria se acantona en las tonsilas o en los nódulos linfáticos. Es una fase latente, ya que no hay síntomas ni seroconversión.

Cuando la oveja pasa a ser gestante, a partir de los 90 y 100 días de gestación, se producen unos cambios hormonales importantes por la producción de progesterona para poder proteger la gestación, por lo que se inhibe la respuesta de tipo celular. Se produce una bajada inmunitaria y una reactivación bacteriana. Las clamidias llegan a la placenta y la colonizan, con una placentitis que puede provocar un aborto o un parto prematuro. En el aborto se producen una excreción masiva de clamidias por el exudado vaginal y los fetos, lo que puede provocar la infección de los animales.

Si el rebaño es indemne y no ha habido casos en el pasado, puede haber brotes muy significativos, con abortos de hasta un 30% de las ovejas gestantes. Las ovejas abortadas quedan protegidas, pero excretan durante celos y partos posteriores, por lo que contaminan las instalaciones del rebaño. Se produce una fase estable, con abortos entre el 5% y el 10%, hasta un nuevo pico de abortos a los pocos años. Es más visible cuando se realizan reintroducciones en los rebaños, lo que puede provocar una tormenta de abortos.

El patrón es cíclico, con lo que la enfermedad persiste en la granja con carácter en óptico para siempre. Este patrón cíclico es variable para cada rebaño, dependiendo de muchos factores, incluso hay una influencia genética que condiciona la respuesta inmunitaria celular.

Los factores de riesgo de la enfermedad son los siguientes:

  • Tamaño del rebaño. Al ser más grande el rebaño, hay mayores problemas, y más difícil será su control.
  • Introducción de animales excretores o con infección latente, difíciles de detectar.
  • Presencia de coinfecciones.
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Diagnóstico

Es fundamental realizar un buen muestreo para conseguir un correcto diagnóstico. Cuando se produce un aborto, lo ideal es tomar muestras de placenta y feto, o también se pueden tomar muestras con escobillones vaginales antes de los seis días, porque la excreción de clamidias va disminuyendo. También se puede realizar un diagnóstico indirecto con la toma de sangre para realizar una serología.

Un estudio de 2023 de Exopol a través de 390 muestras, de escobillones vaginales y lengua del feto, comprobaron que había una correlación muy alta de la técnica de qPCR y las técnicas convencionales con un número importante de patógenos, incluidos clamidia. La única excepción era Coxiella burnetii, que necesitaba cq por debajo de 32. Eso sugiere que el diagnóstico de Coxiella burnetii está sobreestimado.

Por lo que respecta al diagnóstico indirecto, se hace a partir del suero de los animales. Lo ideal es observar la evolución de los anticuerpos durante dos semanas, con sueros individuales pareados. Si no es posible por cuestión de manejo, se deben tomar muestras de un mínimo de diez animales que lleven más de 2 semanas abortados, para dar tiempo a la seroconversión.

Medidas de control

Las medidas de manejo son esenciales. Las principales son todas las relacionadas con la bioseguridad, por lo que se debe aislar a las ovejas que abortan, ya que excretan clamidias, y eliminar el aborto y anejos fetales lo antes posible pues son la principal fuente de infección. Además, se debe limpiar y desinfectar las zonas de paridera.

Por otro lado, se debe realizar un control si se introducen animales en el rebaño, ya que pueden venir con una infección latente.

Además, es fundamental cumplir estrictamente el programa vacunal establecido en la franja.

El control es complicado por la presencia de animales asintomáticos.

Cuando tenemos abortos podemos tratar con antibióticos de forma excepcional los animales que van a parir. Los antibióticos detienen la multiplicación bacteriana, pero no garantiza la ausencia de abortos y la excreción. Los antibióticos no son recomendables en la primera etapa de la gestación ni en animales no gestantes, porque el antibiótico no podrá llegar dentro de las células. Además, no se evitan las lesiones avanzadas de la placenta, ya que no existe la regeneración placentaria. Por otro lado, la actual normativa está en contra del uso de antibióticos como medida preventiva. Si las dosis son bajas, pueden inducir persistencia. Además, están apareciendo resistencias a tetraciclinas en Chlamydia suis. No hay datos en C. abortus, pero la transferencia horizontal es posible cuando hay infecciones comunes.

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Vacunación

La vacuna ideal para clamidias debería:

  • Ser eficaz, es decir, proteger del aborto y evitar la excreción.
  • Inducir respuesta inmune celular (linfocitos T CD4 y T CD8 con producción de gamma interferón) e inducir respuesta inmune humoral contra la MOMP.
  • Ser segura, por lo que no debe inducir la enfermedad.
  • Poder diferenciar a los animales vacunados de los infectados (DIVA).

Existen vacunas atenuadas, inactivadas, subcelulares (proteínas de C. abortus específicas) y vacunas de ADN (inoculación de plasmido de ADN que codifique síntesis de proteínas).

Conclusiones

  • Bioseguridad. Evitar el contagio de animales no infectados.
  • Diagnóstico eficaz y valorar las coinfecciones.
  • Plan vacunal adecuado y mantenido en el tiempo.
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