Nueva PAC en ovino: un futuro más que incierto

VICENTE CARRIÓN NIETO

Responsable de ovino en la organización agraria COAG

“Como agua de mayo”, el sector de ovino en España está esperando el desarrollo de la aplicación de la Nueva Reforma de la Política Agraria Común (PAC). Como agua de mayo, no como una “helada tardía”, que también las hay de tarde en tarde.

A pesar de que se están manteniendo reuniones y se nos pasa información de por dónde van a ir los tiros en cuanto a la aplicación de la misma, nada es seguro a pesar de que habría de ser, el del ovino, el sector que más interés tendría que generar en las distintas Administraciones que deciden sobre él, así como el que suscitara menos dudas, por tres cuestiones fundamentales que desde siempre en la Unión Europea se han tenido como premisa: el papel multifuncional que este sector ejerce en la sociedad, su contribución a la fijación de la población en las zonas rurales y el efecto positivo que produce sobre el mantenimiento del medio ambiente y la conservación del paisaje. No en balde es el sector ganadero más extendido en todo el territorio de la Unión Europea y, por qué no decirlo, el más “tradicional” y del que más memoria histórica se tiene.

Los pagos asociados que se anuncian en la nueva PAC son la esperanza que los ganaderos de ovino tenemos para seguir ejerciendo nuestra actividad. Pues bien, a fecha de hoy no tenemos conocimiento de cómo va a quedar la aplicación final de dichos pagos acoplados, teniendo en cuenta, además, que, en la mayor parte de los casos, se trata de una ganadería extensiva que cuenta con muy poca base territorial en propiedad de los ganaderos, existiendo también amplios territorios en los que esta situación se agrava considerablemente por disponer de un elevado número de derechos especiales y, por tanto, de un elevado número también de derechos normalizados con muy poca superficie territorial.

Desde COAG-IR siempre hemos defendido, y seguiremos haciéndolo, que las ayudas tendrían que eliminarse si fuera posible que los sectores subsistieran con los beneficios obtenidos por la actividad desarrollada. En el caso del ovino también tendría que suceder de la misma manera y, lo que sería deseable, es que la producción del mismo nos permitiera seguir ejerciendo la actividad sin necesidad de obtener ningún tipo de apoyo económico público. Lamentablemente no es así. Más aún con un sector que está viendo descender de una forma galopante el consumo de carne de cordero (actualmente se encuentra a unos niveles en torno a los 2 kilogramos de carne per cápita al año, dato que me anima a pedir a los consumidores que incorporen de nuevo el cordero a su dieta alimenticia, tal y como tradicionalmente ha venido ocurriendo en España hasta producirse el “boom hamburgueserístico” y otras modas culinarias al uso).

La exportación de animales vivos con destino mayoritario a los países del Norte de África, aún estando en una situación un tanto confusa por su poca tradición, hoy está salvando al sector productor y es en este sentido en el que tenemos que seguir trabajando para abrir nuevos mercados y, por supuesto, mantener los que ya tenemos ofreciendo sobre todo la mejor calidad de nuestras producciones.

Paralelamente, apostamos por una Interprofesional fuerte que nos permita avanzar en el incremento del consumo, lo que es esencial para el futuro más cercano, al tiempo que hemos de continuar con la utilización de nuevas técnicas que nos permitan reducir costes y, en definitiva, caminar con más fuerza en la integración de todo el sector haciendo bueno lo que todos sabemos: que “la unión hace la fuerza”.

Desde COAG-IR pensamos que la aplicación de la reforma de la Política Agraria Común para el próximo periodo debe ser decisiva para el mantenimiento de las explotaciones existentes en la actualidad, teniendo en cuenta la importancia del papel multifuncional que desarrolla el sector ovino en España y consolidando, para ello, un nivel de ayudas adecuado. De no ser así, la consideraremos un fracaso, si no un fraude.