Alejandro Jiménez, un pastor vallisoletano de 63 años, ha conducido las 2.000 ovejas de raza Merina que componen su rebaño por el centro de Arévalo (Ávila), acompañado por su hijo Rubén y su nieto Eric, de 4 años, en su camino hacia Madrid para reivindicar esta tradición milenaria.
El pequeño ‘pastor’ iba encabezando, junto a su abuelo, este rebaño que partió el pasado domingo desde el pequeño municipio vallisoletano de El Carpio para defender su trabajo, así como para demandar la recuperación y conservación de los 125.000 kilómetros de vías pecuarias que existen en España.
Por una de ellas, la Leonesa Oriental, ha transitado este rebaño que tiene prevista su llegada a la localidad madrileña de Boadilla del Monte el próximo martes, tras realizar a pie unos 200 kilómetros en diez días, gracias al respaldo de la Asociación Trashumancia y Naturaleza.
Este pastor ha recordado cómo hace años se realizaba la trashumancia, al mismo tiempo que ha lamentado el hecho de que dejaran de realizarla debido al progresivo deterioro de unas cañadas en las que “se ha labrado, se han hecho carreteras y pisos”, algo que ha hecho que “cada vez estuvieran peor”.
Consciente de que el trabajo con las ovejas “ha cambiado mucho”, este pastor camina a buen paso junto a su hijo y los cinco pastores que son necesarios para poder cubrir todos los flancos de un rebaño tan grande como este, tal y como ha recordado a los periodistas el presidente de la Asociación Trashumancia y Naturaleza, Jesús Garzón.
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