Dos rebaños de unas 700 ovejas cada uno han confluido en la plaza Oriental de Segovia, a los pies del acueducto, con motivo de la Fiesta de la Trashumancia. La organización de este evento corre a cargo de la Asociación para la Promoción de la Calidad del Cordero Lechal de Segovia (Segolechal). La experiencia tiene un carácter lúdico y llamativo, pero en el fondo subyace una advertencia muy seria: el sector ovino avanza hacia la desaparición. No solo en la provincia, sino también en otros territorios donde la manida crisis, el descenso del consumo, la escasez de ayudas institucionales y unos precios en caída amenazan la supervivencia de las cabañas, según publica El Norte de Castilla.
Juan Antonio García, representante de Segolechal, da la voz de alarma. “Las importaciones suponen ya entre el 50% y el 60% de los que se consume”. Una ruina para el sector ovino, sobre todo cuando ese producto que viene de fuera obliga a rebajar los precios a los productores, expone la asociación provincial que preside Quique Santana. El colectivo reclama a las administraciones que “controle” la irrupción foránea en el mercado nacional, máxime cuando “aquí tenemos pastos y mano de obra con experiencia”.
El efecto dominó que se genera acaba con el cierre de explotaciones. Juan Antonio García calcula que el cúmulo de adversidades con las que se han topado los ganaderos ha hecho que la provincia tenga ahora alrededor de 50.000 cabezas menos que hace diez años. En Castilla y León, la pérdida es de un millón y medio, aproximadamente, según los datos que maneja el representante de Segolechal.
Santana critica ese abandono y pone la vista en países como Nueva Zelanda o Italia, que se han vuelto muy competitivos, en buena parte porque sus profesionales del sector ovino gozan del favor de las instituciones a la hora de la producción y comercialización de sus productos.
A estos males, los responsables de Segolechal añaden “la caída experimentada por el consumo de cordero y su precio muy bajo”. Según explican Santana y García, el problema es que la calidad hay que pagarla. Además, las ventas de cordero están condicionadas por la estacionalidad.
La Fiesta de la Trashumancia, una práctica que en estos lares segovianos está casi extinguida, también reivindica el valor y la recuperación de las cañadas por donde discurría el ganado en sus traslados a otros pastos. “Prácticamente no se usan y se están perdiendo entre la broza que las invade”, comenta Juan Antonio García.
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